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Cocaína y presión arterial alta: ¿están relacionados?

Cocaína y presión alta

La cocaína y la presión alta, por desgracia, están íntimamente relacionadas. El consumo de esta droga ilegal desencadena una serie de efectos adversos en el organismo, entre los que se encuentra la hipertensión arterial. 

Si te preocupa cómo la cocaína afecta a tu salud cardiovascular, sigue leyendo y conocerás más sobre esta peligrosa relación. Además, te explicamos sobre la importancia de acudir a un centro de desintoxicación de la cocaína para proteger tu bienestar físico y emocional.

¿Qué es la presión arterial y cómo se mide?

La presión arterial es la fuerza que ejerce la sangre contra las paredes de las arterias al circular por el organismo. Se mide en milímetros de mercurio (mmHg) y se expresa con dos valores: 

  • La presión sistólica: es la más alta y se corresponde con el momento en que el corazón se contrae y bombea la sangre.

  • La presión diastólica: es la más baja y se corresponde con el momento en que el corazón se relaja y se llena de sangre.

Los valores normales de presión arterial son inferiores a 120/80 mmHg. Se considera que hay presión alta cuando los valores son iguales o superiores a 140/90 mmHg de forma sostenida. 

La presión alta, también denominada hipertensión, es un factor de riesgo para desarrollar las siguientes enfermedades cardiovasculares:

  • Angina de pecho
  • Infarto de miocardio
  • Insuficiencia cardíaca
  • Aneurisma
  • Trombosis 
  • Ictus.

¿Cómo afecta la cocaína a la presión arterial?

La cocaína es un estimulante del sistema nervioso central que produce una sensación de euforia, energía, confianza y desinhibición. Sin embargo, también tiene efectos adversos sobre el sistema cardiovascular, ya que aumenta la frecuencia cardíaca, la fuerza de contracción del corazón y la presión arterial. 

Estos efectos se deben a que la cocaína bloquea la recaptación de neurotransmisores como la dopamina, la noradrenalina y la serotonina, provocando una sobre estimulación de los receptores adrenérgicos. La adicción a la cocaína agrava estos riesgos, puesto que el consumo crónico y compulsivo de la droga somete al sistema cardiovascular a un estrés constante y progresivo.

El consumo de cocaína eleva la presión arterial hasta valores muy peligrosos, en especial si se ingiere en altas dosis, con frecuencia o en combinación con otras sustancias. Según un estudio realizado por la Universidad de California, la presión sistólica media de los consumidores de cocaína era de 154 mmHg, mientras que la de los no consumidores era de 123 mmHg. La presión diastólica media de los consumidores de cocaína era de 94 mmHg, mientras que la de los no consumidores era de 76 mmHg (Gorelick et al., 2016).

Otros efectos de la cocaína en la salud cardiovascular

La cocaína también provoca un estrechamiento de las arterias, lo que dificulta el flujo sanguíneo y aumenta la resistencia vascular periférica. Esto daña los órganos vitales: el cerebro, el corazón, los riñones o los ojos, causando isquemia, necrosis o hemorragia. 

Además, la cocaína altera la función endotelial, es decir, la capacidad de las arterias de dilatarse o contraerse según las necesidades del organismo. Como consecuencia de esta alteración, el organismo genera placas de ateroma. Es decir, son depósitos de grasa, colesterol y otras sustancias que se acumulan en las paredes de las arterias y las endurecen, lo que se conoce con el nombre de aterosclerosis.

Para más información sobre los efectos de la cocaína en la salud cardiovascular, lee nuestro post sobre cómo afecta la cocaína al corazón.

Cocaína y presión alta: ¿qué factores influyen en esta relación?

La relación entre cocaína y presión alta varía según los siguientes factores:

La dosis

Cuanto mayor sea la cantidad de cocaína que se consume, mayor será el efecto sobre la presión arterial. Una dosis elevada induce a una subida peligrosa de la presión, que puede desencadenar una crisis hipertensiva, un infarto o un ictus.

La vía de administración

La forma en que se consume la cocaína también influye en la intensidad y la duración de sus efectos. Según el tipo de cocaína, esta se podrá inhalar por vía intranasal (esnifar), produciendo un efecto más lento y prolongado que la vía intravenosa (inyectar) o la vía pulmonar (fumar). Estas últimas vías provocan un efecto más rápido y potente, pero también más breve. Por lo tanto, induce a un mayor consumo con el fin de mantener la sensación de euforia.

La frecuencia de consumo

El consumo habitual de cocaína genera una adaptación del organismo a sus efectos, lo que se llama tolerancia. De esta forma, se necesita consumir más cantidad o con más frecuencia para obtener el mismo efecto, lo que conlleva un aumento del riesgo de hipertensión, arritmias o cardiopatías.

La edad

El envejecimiento natural del organismo implica una pérdida de elasticidad de las arterias, contribuyendo a favorecer la hipertensión. Así mismo, el consumo de cocaína acelera este proceso y agrava los daños cardiovasculares. 

Según un estudio realizado por la Universidad de Sevilla, el 75 % de los consumidores de cocaína mayores de 40 años presentaban hipertensión, frente al 25 % de los no consumidores (García et al., 2019).

El sexo

Las mujeres tienen un mayor riesgo de sufrir complicaciones cardiovasculares por el consumo de cocaína que los hombres, debido a las diferencias hormonales, anatómicas y fisiológicas. Un estudio realizado por la Universidad de Illinois demostró que las mujeres consumidoras de cocaína tenían una presión arterial más alta y una mayor rigidez arterial que los hombres consumidores de cocaína (Gomberg-Maitland et al., 2017).

Para más información sobre este tema, te recomendamos que leas nuestro artículo sobre los efectos de la cocaína en las mujeres.

El peso

El sobrepeso y la obesidad son factores de riesgo de hipertensión, pues aumentan la carga de trabajo del corazón y la resistencia vascular periférica. La ingesta de cocaína agrava esta situación y provoca una mayor presión arterial. 

A su vez, la cocaína altera el metabolismo y el apetito, favoreciendo el aumento o la pérdida de peso de forma no saludable.

El estado de salud

El consumo de cocaína empeora el estado de salud de las personas que padecen enfermedades cardiovasculares previas: hipertensión, insuficiencia cardíaca, arritmias, cardiopatías congénitas o adquiridas. Estas personas deben evitar el consumo de cocaína, dado que agrava aún más su situación y pone en riesgo su vida. 

Por otra parte, la ingesta de cocaína interfiere con el efecto de algunos medicamentos que se usan a la hora de tratar estas enfermedades, como los antihipertensivos, los anticoagulantes o los antiarrítmicos.

El consumo de otras drogas o medicamentos

El consumo de cocaína potencia o antagoniza el efecto de otras sustancias que se consumen de forma simultánea o consecutiva, aumentando así el riesgo de sufrir complicaciones cardiovasculares y agravando las secuelas de la cocaína. Algunas de estas sustancias son:

  • Alcohol
  • Tabaco
  • Cafeína
  • Cannabis
  • Opiáceos
  • Alucinógenos
  • Estimulantes
  • Sedantes
  • Antidepresivos
  • Ansiolíticos
  • Antiinflamatorios. 

Por ejemplo, el consumo de cocaína y alcohol de manera simultánea genera una sustancia tóxica llamada cocaetileno, que tiene un efecto más prolongado y dañino sobre el corazón y la presión arterial que la cocaína sola (McCord et al., 2008).

El estrés

Se trata de una respuesta del organismo ante una situación que se percibe amenazante o desafiante, y que implica una activación fisiológica y psicológica. El estrés aumenta la presión arterial, debido a que libera hormonas como el cortisol o la adrenalina, que estimulan el sistema cardiovascular. 

Así mismo, el consumo de cocaína potencia esta respuesta y provoca una mayor elevación de la presión arterial, ansiedad, irritabilidad o agresividad.

La dieta

La alimentación influye en la presión arterial, hay alimentos o nutrientes que favorecen o previenen la hipertensión. Algunos de estos alimentos o nutrientes son:

  • Sodio
  • Potasio
  • Calcio
  • Magnesio
  • Grasas
  • Proteínas
  • Hidratos de carbono
  • Fibras
  • Vitaminas
  • Antioxidantes
  • Alcohol
  • Cafeína. 

El consumo de cocaína altera el equilibrio de estos nutrientes, generando una mayor presión arterial, junto con una mayor deshidratación, desnutrición o intoxicación.

El ejercicio físico

La actividad física ayuda a regular la presión arterial. Hacer ejercicio de manera frecuente mejora la circulación sanguínea, la función cardíaca, el tono muscular, el peso corporal, el metabolismo, el estrés y el estado de ánimo. 

No obstante, el consumo de cocaína disminuye estos beneficios y produce una mayor presión arterial, fatiga, dolor, inflamación o lesión.

Cocaína y presión alta: síntomas de alarma

La relación entre la cocaína y la presión arterial causa diversos síntomas, que varían según la intensidad y la duración de la exposición a la droga. Algunos de estos síntomas son:

  • Dolor de cabeza
  • Mareos
  • Náuseas
  • Vómitos
  • Sudoración
  • Palpitaciones
  • Taquicardia
  • Dificultad para respirar
  • Dolor en el pecho
  • Sangrado nasal
  • Visión borrosa
  • Confusión
  • Convulsiones
  • Pérdida de conciencia
  • Paro cardíaco
  • Accidente cerebrovascular y otros efectos de la cocaína en el cerebro.

Así mismo, estos síntomas indican una situación de emergencia, por lo que se debe acudir al médico o al servicio de urgencias lo antes posible. No se debe subestimar el riesgo de sufrir una complicación grave por el consumo de cocaína, ya que puede ocurrir incluso con dosis bajas, en personas jóvenes o sin antecedentes de enfermedad cardiovascular.

Claves para reducir los riesgos y recuperar tu salud

La mejor medida para prevenir o revertir los daños por la relación entre la cocaína y la presión arterial es no consumir esta droga. Si te preguntas cómo dejar la cocaína, te recomendamos que busques ayuda profesional especializada, donde te ofrezcan un tratamiento integral y personalizado. Es importante abordar los aspectos físicos y psicológicos de la adicción. 

Por otra parte, existen medidas que ayudan a controlar la presión arterial y a prevenir las enfermedades cardiovasculares:

  • Sigue una dieta equilibrada: es recomendable el consumo de frutas, verduras, cereales integrales, legumbres, frutos secos, pescado y aceite de oliva. A su vez, evita el consumo de sal, azúcar, grasas saturadas y trans, alcohol y cafeína.

  • Practica ejercicio físico: hazlo de forma moderada y regular, adaptado a tus condiciones y preferencias. La clave es evitar el sedentarismo.

  • Mantén un peso saludable: el sobrepeso y la obesidad aumentan la presión arterial y el riesgo de sufrir complicaciones cardiovasculares.

  • Controla el estrés: emplea técnicas de relajación, respiración, meditación, yoga, o mindfulness. Evita las situaciones que lo generan o lo agravan.

  • Deja de fumar: el tabaquismo es un factor de riesgo para desarrollar hipertensión y otras enfermedades cardiovasculares, como el infarto o el ictus.

  • Revisa periódicamente la presión arterial: especialmente si se tienen antecedentes familiares o personales de hipertensión. Sigue las indicaciones médicas en caso de necesitar algún medicamento o tratamiento específico.

Esperamos que este artículo te haya resultado útil para comprender mejor la relación entre cocaína y presión alta. Si tienes alguna inquietud, no dudes en contactarnos. Estaremos encantados de atenderte y de ofrecerte la mejor solución. En el Instituto Europeo Alfi estamos a tu disposición para ayudarte a superar la adicción y a recuperar tu calidad de vida.

Referencias bibliográficas

  • García, A., Gómez, R., Rubio, I., Martín, V., & Pérez, J. (2019). Hipertensión arterial en pacientes consumidores de cocaína. Revista Española de Cardiología, 72(5), 383-390. 

  • Gorelick, D. A., Shy, D., Kariyanna, P. T., Halpern, J. H., & Huestis, M. A. (2016). Cocaine-induced elevations in blood pressure and heart rate are not correlated with plasma cocaine concentrations. Journal of Clinical Pharmacology, 56(11), 1391-139 

  • Gomberg-Maitland, M., Maitland, M. L., Barst, R. J., & Wood, A. J. (2017). Cocaine and the heart: more than just coronary vasospasm. Journal of the American College of Cardiology, 69(18), 2360-2362. 

  • McCord, J., Jneid, H., Hollander, J. E., de Lemos, J. A., Cercek, B., Hsue, P., Gibler, W. B., Ohman, E. M., Drew, B., Philippides, G., & Newby, L. K. (2008). Management of cocaine-associated chest pain and myocardial infarction: a scientific statement from the American Heart Association Acute Cardiac Care Committee of the Council on Clinical Cardiology. Circulation, 117(14), 1897-1907. 
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