El consumo de alcohol es una conducta normalizada en nuestra sociedad. La mayoría de personas beben de forma esporádica sin mayor consecuencia que una ligera resaca al día siguiente. No obstante, cuando hay un consumo desordenado y excesivo, la persona puede desarrollar terribles efectos a nivel físico y psicológico.
La falta de memoria, la depresión y la ansiedad son algunos de los efectos del alcohol en el cerebro a largo plazo. Igualmente, se pueden desarrollar conductas agresivas y antisociales a nivel familiar o laboral. Además, puede contribuir en la aparición de diversas patologías a nivel digestivo, como cirrosis hepática, gastritis crónica o cáncer de estómago.
Por esta razón, es imprescindible moderar el consumo y buscar ayuda profesional ante la sospecha de una dependencia o adicción al alcohol. Estos son algunos de los efectos que puede tener el consumo irresponsable de bebidas alcohólicas:
¿Cuáles son los efectos del alcohol a largo plazo?
Según diversos estudios, las consecuencias cerebrales del alcohol a largo plazo son las más comunes, pero pueden llegar a ser muy silenciosas.
A nivel físico, también compromete diversas partes del organismo. En efecto, los distintos tipos de cánceres atribuibles al consumo de alcohol representan el 5,8 % de todas las muertes relacionadas con el cáncer en todo el mundo.
El desarrollo de estas consecuencias varían en función del estilo de vida del individuo y sus antecedentes familiares. Además, se debe considerar algunos aspectos fundamentales: Cantidad de sustancia, frecuencia y escenario de consumo.
De forma específica, los efectos del alcohol se pueden dividir neurológicos, digestivos, psicológicos y sociales.
Consecuencias neurológicas
El consumo moderado y regular de alcohol es capaz de causar daños estructurales y funcionales en el principal órgano del sistema nervioso central: El cerebro.
Esto puede afectar tanto a jóvenes, ya que tienen su cerebro en formación; como a las personas más mayores. Estos últimos, a su edad, están expuestos a un riesgo mayor de desarrollar trastornos psiquiátricos y enfermedades neurodegenerativas.
A largo plazo, el consumo excesivo de alcohol está asociado con la deficiencia de tiamina (vitamina B1), lo que lleva al síndrome de Wernicke-Korsakoff. Este padecimiento es una forma inusual de demencia que ocurre como resultado de una deficiencia severa de ciertos micronutrientes.
Por otra parte, el consumo excesivo de bebidas alcohólicas es un factor de riesgo para otras afecciones que también pueden dañar el cerebro como:
- La epilepsia
- La demencia vascular
- Accidentes cerebrovasculares
- Fibrilación auricular
- Entumecimiento en las manos y los pies
- Pérdida de la memoria
Estas consecuencias pueden aparecer de forma progresiva y silenciosa. Por esta razón, es necesario beber de la manera más prudente posible.
Consecuencias digestivas
El sistema digestivo también puede verse seriamente afectado por el consumo de bebidas alcohólicas. De hecho, el día después de una ingesta excesiva se pueden experimentar dolores estomacales, náuseas, estreñimiento, o diarrea.
Generalmente, las personas sufren alteraciones en su ritmo digestivo, con episodios de pérdida del apetito u atracones severos.
A largo plazo las consecuencias pueden ser lamentables. El consumo de alcohol en altas cantidades está estrechamente relacionado con el desarrollo de cirrosis hepática, gastritis erosiva aguda, e incluso cáncer de estómago.
Otras de las afecciones que puede causar son: Pancreatitis, hepatitis alcohólica, cáncer de esófago y diversas inflamaciones en el tubo digestivo.
Consecuencias psicológicas
En cuanto a las consecuencias psicológicas, esta sustancia adictiva puede afectar el estado de ánimo y la memoria. Igualmente, puede provocar trastornos psicopatológicos a largo plazo.
Además, el consumo excesivo puede conducir a comportamientos antisociales y agresivos que van empeorando con el tiempo. También puede ser desencadenante de intentos de suicidio.
Al ser una sustancia neurotóxica, provoca cambios en los sistemas neurotransmisores. Afecta directamente la capacidad que tiene el individuo de sentirse bien consigo mismo, concentrarse, y regular orgánicamente los procesos relacionados con el estrés y la ansiedad.
Por otra parte, varios estudios establecen que aumenta la probabilidad de conductas sexuales de alto riesgo.
Uno de los efectos más comunes es el desarrollo de dependencia psicológica. Cuando esto ocurre, el individuo adopta la idea inconsciente de que necesita beber para sentirse mejor o lidiar con diversos procesos emocionales. Con el tiempo, puede desarrollar una dependencia física (cuando el cuerpo empieza a pedir la sustancia), o peor aún, una adicción al alcohol.
Consecuencias sociales
Desde el punto de vista social, el consumo excesivo de alcohol tiene consecuencias terribles para el individuo y las personas que lo rodean.
- Problemas de convivencia familiar, incluso con episodios de violencia.
- Dificultad para concentrarse en el trabajo y relacionarse con jefes y compañeros.
- Aumento de la accidentalidad de tráfico.
- La persona puede deteriorar diversos lazos afectivos con amigos y parientes.
Quienes consumen bebidas alcohólicas impulsivamente comprometen mucho tiempo y dinero. Esto puede generar problemas económicos graves, ya que el individuo puede dejar de invertir en aspectos necesarios de su vida para mantener el consumo.
A largo plazo, se puede quedar en la ruina, afectar la estabilidad económica de su familia o perder oportunidades de crecimiento e inversión.
Adicción al alcohol
En realidad, no todas las personas que consumen alcohol regularmente generan dependencia (física o psicológica). Tampoco quienes tienen dependencia generan adicción. Mientras que la dependencia se produce de manera involuntaria, la persona con adicción busca beber alcohol de forma voluntaria para conseguir placer.
Básicamente, cuando el individuo desarrolla la adicción, no puede dejar de beber. El consumo se vuelve su motivación de vida y es capaz de pasar por encima de cualquier tipo de obligación o norma que deba seguir.
Es una forma de dependencia crónica que debe ser vigilada el resto de su vida. En muchos casos, las personas adictas no pueden volver a tener ningún contacto con la sustancia.
Es importante tener en cuenta que estos trastornos son muy silenciosos y se pueden desarrollar durante años.
Ante una sospecha de dependencia o adicción al alcohol, lo más recomendable es contar con ayuda profesional para identificar el problema y darle la solución más adecuada. Solo así se pueden evitar las terribles consecuencias que provocan en el individuo y su entorno.