La dopamina es conocida como la sustancia química del placer. Alimenta el deseo de novedad y de revivir situaciones placenteras de todo tipo, como la buena comida, el sexo, la ingesta de drogas o alcohol, etc.
Además, es capaz de activar una gran variedad de patrones de comportamiento. Motiva a las personas a buscar lo que “las hace sentir bien”, liberando una inmensa sensación de placer. Por esta razón, existe una estrecha relación entre la dopamina y las adicciones que ha interesado a los médicos desde hace mucho tiempo.
A menudo, los adictos a las drogas tienen un bajo nivel de dopamina. Por eso, buscan el placer que activa el mecanismo de recompensa a través de la ingesta de estas sustancias. De esta forma, las drogas intervienen en los circuitos dopaminérgicos del placer y generan que su consumo se convierta en una prioridad para el individuo.
¿Qué es la dopamina?
La dopamina es un neurotransmisor asociado al placer y al sistema de recompensa. Funciona como un mensajero químico de las neuronas del cerebro. Además, está involucrada en muchas otras funciones: Desde el control del estado de ánimo y la toma de decisiones, hasta el movimiento corporal y el desarrollo de trastornos psiquiátricos, como la adicción.
La producción de dopamina tiene lugar en las neuronas de una zona específica del cerebro conocida como mesencéfalo y en las glándulas suprarrenales.
Al mismo tiempo, hay otros neurotransmisores de la familia de las catecolaminas que se derivan de la dopamina: la norepinefrina y la adrenalina. Estas hormonas aumentan su concentración en situaciones de peligro y estrés.
¿Cómo funciona este neurotransmisor?
La dopamina se libera cuando el cerebro espera una recompensa. De hecho, solo con la anticipación de una sensación de placer puede ser suficiente para elevar sus niveles. Por ejemplo, si el sexo libera grandes cantidades de este neurotrasmisor en el individuo, la simple anticipación de la consumación del acto sexual empezará a liberar la dopamina.
Por otra parte, crea un ciclo de motivación – recompensa – refuerzo. Cuando el factor desencadenante no está disponible, la decepción conduce a una reducción en los niveles de dopamina y a una disminución del estado de ánimo.
Al mismo tiempo, esta situación aumenta el deseo latente por la causa del placer. Este mecanismo es justamente el involucrado en la adicción al juego, las drogas, la pornografía, etc.
Si el factor desencadenante no está disponible, la persona puede desarrollar síntomas como:
- Ansiedad.
- Irritabilidad.
- Problemas de concentración.
- Tristeza.
- Trastornos alimenticios.
- Indiferencia hacia cosas que comúnmente le motivan.
- Búsqueda desesperada de otros desencadenantes del placer.
Papel de la dopamina en un tratamiento de adicción
Aunque la comunidad científica continúa estudiando esta correlación, el consenso es que la dopamina desempeña un papel importante en el proceso normal de refuerzo.
Tanto el placer como el dolor se procesan en el mismo lugar del cerebro. Cada vez que una persona obtiene placer, el cerebro genera una fuerte reacción opuesta que genera una cantidad de dolor. Es decir, cuanto más se busca el placer, más dolor (ansiedad, angustia, ira, paranoia, etc.) provoca.
Además, una de las funciones que tiene la dopamina es la de crear una sensación placentera antes de alcanzar el objetivo marcado. Es decir, generar el placer antes de que se produzca el desencadenante.
Esto se repite constantemente. Permite entender cómo es el funcionamiento del cerebro ante una adicción de cualquier naturaleza: Desde la adicción al sexo hasta la adicción al alcohol.
Entendiendo el papel relacional entre la dopamina y las adicciones es mucho más sencillo comprender cuáles son las causas de una adicción. También serán más efectivas las posibles vías de tratamiento para que el paciente pueda desintoxicarse y superar la adicción. Sin embargo, cada caso es diferente y necesita supervisión profesional completa.